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  • Foto del escritorEleonora Fondeur

Datos que deberías conocer sobre el miedo


Cuando pregunto a las personas por qué no hacen, no dicen, no se arriesgan o no dejan ciertas cosas, una de las respuestas que más escucho es “porque me da miedo”.

El miedo, ese sentimiento tan básico para nuestra supervivencia, que nos arropa y agudiza nuestros sentidos, a veces se convierte en la barrera que nos impide crecer.

El miedo es tal vez el sentimiento más complejo y un tema muy profundo, con tantas variantes y vertientes como sólo la mente humana puede abarcar. En este artículo tocaremos algunos puntos sobre esta particular sensación.

¿Qué es el miedo?

Es un mecanismo de defensa, un proceso mental que se manifiesta como una intensa reacción emocional y bioquímica que nos pone alerta, nos avisa que se aproxima (o ya estamos) en una situación de peligro que amenaza nuestra seguridad y/o integridad física. Se presenta tanto en seres humanos como en los animales y está con nosotros desde que nacemos hasta el momento en que morimos.

Es la forma en la que la naturaleza nos prepara para enfrentar un peligro que se aproxima. A nivel físico aumentan la velocidad del metabolismo, pulso cardíaco, sudoración, adrenalina, glucosa en la sangre, apertura de los ojos, tensión muscular, se dilatan las pupilas y se detienen las funciones no esenciales del organismo.

Este conjunto de reacciones nos aporta un golpe de energía instantáneo, haciendo posible que podamos correr más rápido, saltar más alto, aumenta nuestra fuerza y hasta se agudiza nuestra capacidad de encontrar soluciones inmediatas… Todo para que tengamos mayor probabilidad de sobrevivir a situaciones de riesgo, como sufrir una agresión física o estar en medio de una catástrofe, ya sea nosotros o las personas que amamos. También es normal sentir un poco de miedo ante lo desconocido.

El miedo tiene diferentes niveles; va desde el ligero, que es normal pues es parte de nuestro instinto de supervivencia, se presenta cuando experimentamos algo un tanto riesgoso o nos sentimos inseguros, pero nos permite hacer nuestras vidas sin problemas.

Los hay más fuertes, como cuando vivimos situaciones de peligro, alteran nuestro sistema pero nos permiten actuar para ponernos a salvo.

Está el pánico, que se presenta cuando vivimos situaciones extremas. Alteran grandemente nuestro sistema y lucidez mental, al punto de que en ocaciones perdemos la capacidad de actuar para defendernos.

Y en la cúspide están los miedos patológicos, las fobias, que desatan un mar de reacciones, bloqueando por completo a quien los experimenta.

El miedo es bueno, siempre que no te impida vivir tranquilo y crecer

El miedo es algo que necesitas para vivir, es una de las formas en que tu mente y cuerpo cuidan de ti. Pensar en “vivir sin miedo” sería ir en contra de la naturaleza. El problema se suscita cuando tu temor te impide vivir una vida normal, tomar decisiones o te hace reprimir deseos por temor a lo que pueda pasar. En estos casos, lo más sano es poner tus miedos bajo control.

En mis prácticas de terapia, una de las cosas más comunes es ayudar a mis consultantes a enfrentar sus miedos. Para esto es necesario conocer a fondo sus temores y entender de dónde vienen.

Situaciones como la toma de decisiones, afrontar nuevos retos, cambios en el estilo de vida, entre otros, no deberían causar grandes miedos; sin embargo, muchas personas manifiestan temores en estas circunstancias, algunos al punto de verse imposibilitados de avanzar.

El origen de esos miedos suele estar en la crianza que recibieron, en la cual fueron sobreprotegidos, se les enseñó más a obedecer que a entender, sus opiniones no fueron tomadas en cuenta, no se respetaron sus deseos y sueños, no aprendieron que eran personas valiosas y con potencial, que debían confiar en sí mismos, y en muchos casos sufrieron humillaciones.

Están también los hijos de padres tóxicos, que suelen crecer con muchas inseguridades y frustraciones.

En un ambientes así, el niño crece con la idea de que es inútil, incapaz de hacer bien las cosas o de obtener logros por sí mismo. En la vida de joven y adulto, es muy inseguro, por tanto manifiesta estrés y ansiedad ante los retos y el cambio.

Algunas personas logran ir sanado y encontrando su valor propio a medida que van creciendo, y logran darse cuenta de que su miedo era infundado, o bien aprendido; pero en muchos casos es necesaria ayuda profesional para lograrlo.

También, el miedo puede ser trans-generacional, es decir, provenir de nuestros ancestros. He tenido casos de personas que manifiestan temor a cosas que no conocen ni han vivido, pero sí han sido experimentadas por abuelos, bisabuelos o tatarabuelos; en ocasiones, sin que el consultante siquiera lo sospechara; miedo a vivir una guerra, morir en época de hambruna, etc.

Cuando el miedo te avisa que “estás en peligro”

Es común encontrar personas que sienten miedo en situaciones que no representan peligro y pueden tener problemas para lidiar con las consecuencias. Esto está ligado a las experiencias que hayan vivido en circunstancias similares.

Por ejemplo, hay quienes dicen sentir miedo cuando los demás les gritan. Al verse en este escenario se ponen muy nerviosos, se alteran, en ocasiones pierden el control y se tornan agresivos. Otros, en cambio, se doblegan y ceden con facilidad a las demandas de quien les grita. Ambas reacciones son una “forma de defenderse”.

Analicemos… Que alguien te grite no es del todo una “situación de peligro”, es una agresión verbal, es molesto, no es algo que debas tolerar, pero los gritos no ponen en peligro tu vida, por tanto, no deberías sentir miedo. Debes preguntarte a ti mismo qué experiencias has vivido con personas a tu alrededor que te gritan o gritaba.

Al realizar este ejercicio y explorar en el pasado, es común encontrar situaciones de padres abusivos que gritaban y golpeaban a sus hijos, maestros que gritaban y castigaban cruelmente, etc.

En estos casos, a lo que se teme no es a los gritos sino a la agresión física que suele venir después de ellos. El miedo es la forma que el subconsciente usa para decir “¡Cuidado! ¡Te van a golpear!”.

Es recomendable que una persona que experimenta este tipo de miedos busque ayuda para superarlos, ya que es muy probable que aún tenga heridas que sanar; además de que corre el riesgo de tener a su alrededor personas que en efecto puedan agredirla físicamente, pues lo que no se sana, se repite constantemente.

La importancia de poder lidiar con este miedo es que, eventualmente, hay situaciones que no representan peligro y aún así sientes temor. Por ejemplo, y siguiendo con el ejemplo del miedo a los gritos: estás en la fila del supermercado y hay una persona gritando porque se están tardando. Una de las cosas que puedo recomendar para lidiar con la ansiedad de ese momento es que respires profundo varias veces, mientras le dices a tu miedo “gracias por alertarme, sé que me estás protegiendo, pero en este caso no debo temer porque no corro peligro”.

Si tú o alguien que conoces se ve afectado por miedos que no le permiten hacer su vida con normalidad, contáctame; estaré feliz de poder ayudar.

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